miércoles, 6 de julio de 2011

Rejunte y coexistencia colectiva (dibujo en lápiz negro y carbonilla marrón)

Este dibujo interpela lo errático, el azar y la desconexión propios de la vida diaria, la vida como peso, como mochila, como aislamiento y rejunte, como aglomeración turbada y sin destino. Simboliza de algún modo nuestra coexistencia colectiva, que repta en su desorganización y carencia de fuentes de convivencia (en definitiva, una coexistencia no comunitaria).               
Los trazos rápidos y elípticos en lápiz buscan contenerlo todo, empaquetar el desorden. Casi fuera de ese juego elíptico un hombre con el rostro desfigurado, exhibiendo una gran corbata (es todo lo que tiene para ofrecer). Los retazos geométricos o geometrizantes se encuentran insertos en un universo estético un tanto áspero, claro y opaco.    



Los objetos y artículos incluidos evocan el inmenso hormiguero de las sociedades humanas, un caos ordenado, un orden caótico. La tensión o atracción del desorden está siempre ahí, latente: aletargada por momentos, su poder magnético siempre termina imponiéndose. Así, como brotando de la superficie los artículos usados y la mugre se yuxtaponen, se enciman. Finalmente, esas lámparas de escritorio o de mesita de luz, llenas de polvo, a la izquierda de la hoja, ajenas por completo al histrionismo del personaje central, que pretendo nos recuerde a los de Emilio Pettoruti.  

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