La mujer ubicada en el centro-derecha del dibujo exhibe su rostro doliente, símbolo de una vida intensa, apasionada y profunda. Aprisionada por inexorables desgracias, flaquea y se levanta, una y otra vez... Sus cabellos bien oscuros sintonizan con una vida muy simple, de posturas definidas y firmes. Blanco o negro; una vida sin matices, pero de una honestidad inquebrantable.
En el ángulo superior izquierdo vemos el perfil de un personaje no identificado. No sabemos nada de él: es probable que conozca a la mujer en cuestión; también es probable que se hayan querido alguna vez… Ahora la distancia entre ambas figuras es inmensa: aparecen juntas en un mismo espacio, en un mismo plano, pero se trata de un acercamiento efímero y accidental; en definitiva, aparente.
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