miércoles, 22 de julio de 2015

La impiedad de Martín Lousteau

Según dicen algunos, Mauricio Macri (ese pituco light, algo simpático y siempre despreocupado) ninguneó a Martín Lousteau cuando éste le propuso una competencia interna en las elecciones PASO a jefe de Gobierno. Se ve que la decisión de Macri de dirigir y controlar la sucesión en la ciudad se convirtió, casi, en un capricho al mejor estilo cristinista. Una jugada de alto riesgo y por partida doble: la primera movida salió bastante bien (el triunfo de Larreta, sobre una Gabriela Michetti desafiante y hasta insolente quizá, aunque luego leal y compañera con el jefe); la segunda, en cambio, le sacó canas verdes -o amarillas, quien sabe-: el linajudo Rodríguez Larreta estuvo a punto de morder el polvo en su duelo con Martincito, un flaco aparentemente divino, pero frío e implacable como un témpano.
Y sí... es que el ex ministro de Economía de Cristina Fernández le devolvió la gentileza a Mauricio. Sin rodeos ni contemplaciones, además del sopapo en el ballotage el muchacho no se privó de aclarar que no votará a Macri en ningún caso, por tratarse, según dijo, de un candidato conservador.
Corolario: no obstante el resultado del domingo debilita las chances electorales del candidato presidencial opositor más competitivo, no hay mal que por bien no venga. Como dice el aforismo nietzscheano-menemista, Macri debe sentir que lo que no lo mata lo fortalece y, por otra parte, viene bien que se le bajen un poco los humos -esto último dicho con respeto, eh- porque, la verdad, el ánimo exitista y esos festejos post-electorales tan repetitivos, irreflexivos y... (y no sigo, mejor) ya se estaban volviendo contraproducentes.